Revista de creación literaria en busca de creadores del mundo

viernes, 29 de septiembre de 2017

Piedras rodadas, de Vicente García Hernández (Reseña nº 818)

Vicente García Hernández
Piedras rodadas
Letra Impar, 2017

Mientras leía el poemario Piedras rodadas, a mi recuerdo vinieron fragmentos de dos de los libros que más me han influido, y que seguro tú, desconocido lector, reconocerás inmediatamente. Uno eran los versos «Al principio existía la Palabra,/ y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios... ( ) y la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros.»

El otro «En el principio estaba Eru, el Único, que en Arda es llamado Ilúvatar; y primero hizo a los Ainur, los Sagrados, que eran vástagos de su pensamiento, y estuvieron con él antes que se hiciera alguna otra cosa. Y les habló y les propuso temas de música, y cantaron ante él y él se sintió complacido.»

Y yo, verso a verso, me iba diciendo que la palabra se hizo libro, uno de los grandes libros de poesía, y que tuve la suerte de que llegase a mis manos, y leerlo como manuscrito, y escuchar su música mientras Vicente García Hernández leía los poemas en San Pedro del Pinatar y en Molina de Segura.

Porque estamos, lo he repetido por activa y por pasiva, ante el poeta más relevante de la historia literaria de Molina de Segura, y uno de los más representativos de la poesía en la Región de Murcia. Un libro que no culminará su obra poética, pues él sigue creando cada nuevo día, pero que representa una madurez de sentidos, de sentimientos, de palabras, en mayúscula; es decir, PALABRAS, pues el título podía haber sido perfectamente ese: Palabras rodadas, y a nadie nos hubiese extrañado.

Hay sentido teológico en las palabras, pues claro, él es sacerdote católico. Pero no es poesía religiosa, no. Es naturaleza, también, fruto de sus paseos cerca del Mar Mediterráneo. Por eso hay también agua en los versos, como oportunamente destaca el autor del prólogo, el catedrático Francisco Javier Díez de Revenga. Hay vida, y hay un sentimiento cercano al final de los días, porque Vicente García Hernández, me confesaba en persona, está en una edad que ya vislumbra el horizonte.

Este libro ha sido para muchos un descubrimiento de la obra poética de mi amigo, amigo del alma, a quien busqué durante varios años, y al que finalmente encontré. Y lo destaco pues fue algo que escuché, en boca de varias personas, durante la presentación de este libro en Molina de Segura, su pueblo de nacimiento, ese pueblo que tanto le ignora.

Gracias por estos poemas, por tantas PALABRAS.

Francisco Javier Illán Vivas
PD: Los libros son La Biblia y El Silmarilion 

2 comentarios:

  1. Gracias. querido amigo Paco. Es una bella reseña: llena de luz y amistad. Luz, porque descubres lo que yo intento decir, y de amistad, porque me llamas "amigo del alma", y lo soy. Desde que te conocí no recibo más que halagos por tu parte -no voy a decir inmerecidos-, pero sí excesivos. Con todo, aquí estamos, al pie de la lámpara de la poesía, intentando encender al menos una cerilla, para salir de tanta oscuridad. Yo sigo, a pesar de mis años, o a causa de mis años. Con más experiencia, que no sabiduría. Cada día intento aprender. Gracias.

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  2. Preciosa reseña, Paco. Bien ilustra los versos de Vicente, su vinculación mediterránea y su presencia decisiva en la poesía española actual. PEPE CRIADO.

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