Revista de creación literaria en busca de creadores del mundo

lunes, 30 de noviembre de 2015

Reportaje fotográfico de la presentación del Certamen Ángeles Palazón de Cuentos de Navidad













En un ambiente de amigos y familia se presentó el Certamen Ángeles Palazón de cuentos de Navidad, en Molina de Segura, en la sede social del Barrio de Fátima, barrio donde la homenajeada que da nombre al certamen vivió durante muchos años de su vida.

La mesa estuvo presidida por su hijos, Ángeles, José y Francisco Vivas Palazón, y por el creador del certamen, Francisco Javier Illán Vivas.

Al acto acudieron dos de las autoras que han participado en las ediciones impresas del certamen, María Jesús Benedicte y Maica Bermejo Miranda (penúltima y última foto, respectivamente).


Es un certamen literario que además de rendir homenaje a Ángeles Palazón González, de fomentar el relato de Navidad y los valores humanos relacionados con ella, es que el lector disfrute con su lectura, desde las diferentes facetas que cada autor y autora nos presentan esta especial época del año.

Al final, fue presentada la que será la III convocatoria del certamen, que se convocará a partir del 1 de enero de 2016 y que tratará sobre el milagro de Navidad que se produjo en la noche de 24 de diciembre de 2014 en el frente, durante la I Guerra Mundial.

Reportaje fotográfico de Jose Vivas Navarro.

jueves, 26 de noviembre de 2015

Selección poética de Elena Muñoz

1.-

Nada es igual.


Rebusco en mis bolsillos
y en mi alma.
Solo silencio mudo
goteante en un minutero
sin tiempo.

Mil palabras escritas.
Borrones sin sentido 
de una pluma vacía 
de tinta 
y llena de nostalgia.

Todo se ha evaporado
tras una lluvia 
de polvo mezclado 
con lágrimas 
amargas.

Nada es igual.
Ya nada.



2.-

Me cuesta darme por vencida.

No entiendo la derrota 
más allá de buscar 
otra entrada en la muralla 
o el clamor que la derribe.

No me conformo con el cántaro
que va una sola vez 
hasta la fuente.

Puedo llamar una y cien veces 
de una y cien maneras,
o sentarme en la puerta 
hasta ver pasar a mi enemigo.

No me importa, como el tonto, 
seguir aunque no haya linde.
Hace tiempo que sé 
que no es la línea recta 
el camino más corto,
y lo practico.


3.-


Me arrancaré la piel

para borrar la huella
de tus manos.

Con el olvido
lavaré las caricias
tatuadas a fuego
que queman las entrañas.

Beberé el agua amarga
y arrastraré tu sabor 
garganta abajo.

Extirparé con bisturí de rabia
el tacto de tus labios
y el roce de tu lengua
en mi memoria.

Transformaré tu recuerdo
en el cadáver 
de un amor imposible 
que, por fin, descanse en paz.

Elena Muñoz es gestora cultural y coordina varias publicaciones, en papel y digitales, como asesora en comunicación y marketing. En 2013 publica su primera novela, Como viento en la espalda (Ediciones Bohodón), a la que han seguido Mi vida en tacones ( Ediciones Bohodón, 2014) y El comercio tiene historia (editado por la Comunidad de Madrid, 2014), contando también con participación en las antologías Entre tantos (Ediciones Bohodón, 2013) Anatomías Secretas (Ediciones Nostrum, 2013), Laberinto de la dicha y otros relatos (Ediciones Alkaid, 2014).

miércoles, 25 de noviembre de 2015

Presentación del Certamen Ángeles Palazón de cuentos de Navidad


Cuando ya el certamen se ha consolidado, gracias a la labor de su mentor y alma mater, Francisco Javier Illán Vivas, y a la predisposición Editorial Trirremis, heredera de Editorial ADIH, buscando siempre apoyar a los autores y autoras, se presentará el Certamen en el Barrio de Fátima de Molina de Segura, lugar donde vivió sus últimos años quien da nombre al certamen.

La mesa del evento estará presidida por José Vivas Palazón y por Francisco Vivas Palazón, hijos de Ángeles, y por Francisco Javier Illán Vivas, su nieto y creador del certamen.

Han sido invitados al evento los autores y autoras que han publicado en los dos libros editados hasta el momento, esperamos, por tanto, que sea una gran fiesta de la literatura y sirva para homenajear a tan irrepetible mujer.

El próximo viernes, a las 20 horas, en sede social municipal del Barrio de Fátima, Molina de Segura. Sita en Plaza 1º de Mayo, s/n.

martes, 24 de noviembre de 2015

Huyendo de mí, de Salvador Navarro (Reseña nº 753)

Salvador Navarro
Huyendo de mí
Algaida Editores, 2015

Salvador Navarro nos presenta una novela muy actual, si no fuese porque la propia actualidad ha destrozado todas las previsiones tras los asesinatos que se están produciendo, cada poco tiempo, en París.

Un gabinete de arquitectos con cierto prestigio, el mundo de la construcción, de las subvenciones públicas, de vivir por encima de toda probabilidad económica, el mundo de la droga y la moda, de las fiestas sin fin, del alcohol... y la cruda realidad que se produce cuando el globo inmobiliario estalló en las propias narices de quienes lo crearon.

Además, la llegada a esos años difíciles en el que el hombre y la mujer hacen balance y comprueban que, en el 99,99 % de los casos, nada de lo que soñaron se ha cumplido y que ya la vida comienza a reclamar el pago de los excesos.

Leo, el personaje, no sé si principal de la novela, encuentra, inesperadamente para él, a Virginia, su primer amor, en una galería de arte regentada por Rodolfo, el amigo de su mujer Carmela. Un personaje, Rodolfo, que tendrá su importancia en la trama final de la novela. Desde ese momento se suceden los acontecimientos a una velocidad que agradece el lector.

Enrique, Alicia, Vlado, el resto de componentes del gabinete de arquitectos, Pilar, Carmela, la hija de Leo y Carmela, todo ello a una velocidad sin pausa hasta la muerte de Enrique, socio de Leo en el estudio de arquitectura, y la huida de Leo hacia ningún lugar, tras conocer a Pablo, amante de Víctor, pareja de Virginia.

Tal vez a partir de ese viaje a París de Pablo y Leo el autor se haya enredado en el desarrollo de la novela. A mi entender, le sobran unas cuantas páginas, pero retoma el interés del lector casi al final, cuando comienzan a descubrirse los secretos de Enrique, su relación con Rodolfo, cuando aparece Levallois, cuando... 

Una buena y entretenida novela es la que nos presenta Salvador Navarro, pero que le hubiese venido bien un recorte de páginas. Por eso de que estamos en época de recortes.

Francisco Javier Illán Vivas

lunes, 23 de noviembre de 2015

Está muy a gusto aquí


Ahí estaba yo, entre ramitos de flores, cerquita del altar, como perdida en el resplandor de esas velas que me adornaban el silencio.

Yo le pedía al Santísimo y Él me miraba y no sé por qué se me figuró que los dos estábamos muy tristes.
Luego mejor ya me iba, cuando alguien habló quedito:
- Está muy a gusto aquí. Dijo.
La vi de rodillas, con las manos muy juntas, fijándose en el chorro de luz que entraba por la ventana.
- Sí. ¿verdad? Contesté. 
Era una de esas, de las que se llevan mirando, descalzas, con una esperanza que les queda muy grande y la ropa toda llena de tierra. 
- ¿Quién eres? Le pregunté de una vez.
- Nadie. Contestó.
- ¿Y qué quieres? 
- Acompañarte.
- ¿A dónde?
- A donde sea.
- Bueno. Le dije por decir y porque me dio mucha lástima.
Cuando menos pensé ya me iba siguiendo entre el montonal de sombras.
Afuera el cielo se ladeaba de pájaros, nos adornaba el camino que subía y bajaba, para luego perderse a cada rato entre los árboles.
Por ahí nos fuimos, una detrás de otra, mudas, como si nos llevara cargando el perfume del aire hasta la orilla del río donde me gusta ir para seguir pensando en los milagros.
Nada más lo vio y corrió a tirarse en el agua desparramando la nata de nubes, igual que si la arrastraran las ganas.
Yo me quité los zapatos, mirándola de reojo para ver si se hundía. Luego me fui metiendo de poco a poco. 
“Que qué raro... De pronto estás allá y luego aquí con alguien que ni conoces. Que para qué acordarme de lo triste si siempre sí me volvía a gustar el mundo…” 
Eso pensaba y también otras cosas, cuando de pronto, mirándome con esos ojos que le cerraba el sol, preguntó:
- ¿Son feos los valles de lágrimas?
Pobrecita.
- Dicen. Le contesté, aguantando la risa. ¿Por qué?
- Porque la viejita que me regalaba dulces no me conoce. Dice que ya no soy.
Me contó tapándose con la mano la resolana.
- ¿Entonces?
- Que cuando me ve saca un rosario y se pone a rece y rece en su mecedora. Nomás se le entiende de unos que pudieron escaparse de un dizque valle de lágrimas.
- Así se hacen los viejitos. Piden por todo. Dije como para mí sola.
Mientras hablaba, la vi lavarse muchas veces la cara, yo creo que para esconder ese llanto apenitas que le daba vergüenza. Luego, resbalándose por el lodo fue y se sentó en unas piedras.
Me acuerdo que me dio tristeza dejarla ahí, partiendo ramitas, que todo se me puso cristalino como si me hubieran metido adentro de un frasco donde al asomarme las cosas se ondularan.
Nos volvimos a quedar, cada quien con su mirada, mirando la claridad que se apagaba en una mancha que iba bajando del cerro, rodando entre el montón de casitas donde de lejos se oía que a la gente le gustaba más andar allá afuera.
La verdad no me gusta quedarme mucho en ningún lado, pero no encontraba cómo hacer que se fuera. Entonces se me ocurrió espantarla:
- Aquí se aparecen. Como a estas horas sale de las sombras un alma en pena.
Yo casi hasta la vi correr, pero ni se movió. 
- Ya sé. Dijo, como si no conociera el miedo. Pasa diciendo que va a un mandado. Pero no hace nada. 
Yo me asusté deveras, saliéndome del agua que de repente se puso muy fría.
- Se llama Lilian como las que tienen los ojos azules y son felices. Agregó.
“Milagros”. Vete a tu casa”. Oí, mientras buscaba adivinar la hora en aquel puñito de estrellas que me antojó de andar allá arriba, cortándolas de los árboles.
“Prometiste”. Repitieron.
Y era cierto. Prometí. Aunque siempre me tardaba tantito más.
No sé por qué ese dale y dale que no venga.
“Porque entre más mansitos, más traicioneros Rosaura” Me contestaron.
Entonces cogí los zapatos queriendo aprovechar lo entretenida que estaba la pobre, ahí, escarbando. 
Apenas di un paso cuando me llamó para enseñarme el pedazo de peine que se había encontrado. 
- ¡Qué bonito! Le eché mentiras, mientras como si fuera de oro se lo encajó en el pelo. 
Yo la dejé seguir buscando y me fui yendo despacito.
Siempre me salgo de mi casa porque me gusta imaginar que ando muy lejos, conociendo, y que los cerros son las olas de un mar y las luces que se prenden cuando se hace de noche, un barco del que me acabo de bajar.
De seguro caminé mucho. Las calles eran hileras de ventanas apagadas alumbradas de repente por un farol. Me sentí como en esas películas en las que se oyen nomás los pasos sonando en lo solito.
Entonces supe que andaba muy lejos y en eso, tropezándome en lo oscuro, divisé aquel bulto que se venía acercando.
- ¿Te perdiste? Preguntó.
- ¿Qué? ¿No tienes casa? Le contesté porque me dio coraje que me anduviera siguiendo.
- Sí. Ahí. Apuntó a un como pueblito lleno de crucecitas. Y también la Lilian. Agregó.
¡Ay Diosito! Me acuerdo que dije, porque no me acordé de más. Pero las palabras me salieron a pedazos.
- Mentirosa. Le grité y corrí todo lo que pude.
No sé cómo llegué otra vez a la iglesia. Ya no se veían las flores, nomás el olor a la cera derretida de las velas apagadas.
- Está muy a gusto aquí. Me dijo, igualita, la llena de tierra.
- Sí. ¿verdad? Contesté.
Entonces comenzó a llorar y no me da vergüenza. También yo.

Rosy Paláu

jueves, 19 de noviembre de 2015

Selección poética de Marta Núñez



NOSTALGIA DE UN DESEO

Conforme a tus deseos

mis pasos se alejarán

al abismo,

más allá del tú y yo deseado.

Allá donde se olvida la cordura.

Locos de atar por atarnos

maniatados al mismo lecho.

Naufragaremos entre sábanas

con estrepitosa lujuria

por un tiempo prematuro

sin principio, ni fin, ni cabo.

Antes de que la nocturna estancia

sucumba, quiero beberme a sorbos

el elixir de tu sexo.

Ahora el Líricus parte lejos,

muy lejos, rumbo a ninguna parte.

Y mientras tanto, Freud continúa

con su cantinela de siempre,

la controvertida teoría de

 “El deseo del deseo insatisfecho”



TEMPUS FUGIT
Ansío esa magistral hombría
de tu miembro enhiesto
enloqueciendo de súbito
por el ardor de mi lengua febril.

En esta nuestra guerra del pecado,
entre delirios derramados,
busco el dulzor de tu boca
que brama con desasosiego deseo
al encuentro de mi delirante sexo.

Para vivir nuestra pasión es preciso
concebir el momento,
el inmisericorde tiempo,
como un regalo divino y
revolcarnos con elegante concupiscencia
entre los soterrados suspiros
de nuestros fatigados miembros
que persiguen el goce eterno.


UN ADIÓS

Un Adiós es ¿un hasta luego,

o un hasta nunca?

Me increpan los silencios sepulcrales

que no van a ninguna parte.

Mi soledad es tan amarga

que mi yo interior brama

cuando el exterior, calla.

A veces, me olvido un minuto

para sentir nostalgia toda una vida;

así de relativo es el tiempo:

mi tiempo, tu tiempo, nuestro tiempo,

sin memoria, sin ahora y sin futuro…

El adiós todo lo infecta

de abandono y celosía.

Tú deshechas y tú tapas,

y cubres con auténtica destreza,

pero lo amargo siempre queda

en el alma soterrada.

¡Ay de las almas en pena,

que vagan con sollozos perdurables

por haber sido silencio en alguna parte!


Marta Núñez Delegido, Alicante, 1988, aunque ha vivido gran parte de su tiempo en tierras manchegas. Licenciada en Filología Hispánica, Mención en Filología Clásica por la Universidad de Alicante. También cuenta con el Máster de Educación Secundaria. La mayor parte de su formación se centra en torno a la literatura española, concretamente al área de la poesía. Recientemente ha publicado algunos poemas en la revista de difusión internacional Cultura de los cuidados, Años VIII, nº40.