Revista de creación literaria en busca de creadores del mundo

jueves, 16 de enero de 2014

Cazzoas, de José Elgarresta (Reseña nº 594)



José Elgarresta
Cazzoas
Alacena Roja, 2013

Es Cazzoas uno de esos libros integrales y corales, profundamente artísticos, complicados de clasificar por su variedad y polifonía. Todo un volumen sumergido en el misterio que brota incluso de su autoría. No se tiene la certeza de dónde comienza la realidad de esa persona llamada Cazzoas (o Cazzoulas) que, supuestamente, se apareció en sueños a José Elgarresta (famoso escritor y crítico literario). José más bien parece ejercer de compilador o investigador de los testimonios de su propio personaje, entrando en un juego de sombras y recuerdos con aromas de Cervantes, Pirandello o Unamuno.

Dichos testimonios se presentan en diferentes géneros que incluyen desde fotografías de época a poemas supuestamente escritos por el propio Cazzoas, un intelectual de buena cuna, rígida educación, elevadas aspiraciones tanto existenciales como emocionales y una férrea determinación por convertir a Grecia en un país libre y de referencia cultural en todo el globo.

El marco histórico que sirve de excusa es la Guerra del Asia Menor (denominación bajo la que se encuadran distintos enfrentamientos bélicos entre el reino de Grecia y rebeldes otomanos, tras la Guerra Mundial, durante los años 1919-22). No obstante, en las primeras páginas se nos indica que el protagonista murió durante una de aquellas batallas y que compartió filas con Lord Byron (cosa imposible ya que el poeta inglés llevaba muerto un siglo, luchando también por la independencia griega y los valores de una libertad ciertamente peculiar y profundamente elitista en cuanto a la superioridad del intelectual). Es sólo uno de los muchos juegos y alegoría cruzadas de este entretenido, aunque exigente, ejercicio poético.

Porque Cazzoas no es poemario ni novela y sí lo es, en cierto sentido. Supone un tira y afloja, todo y nada, un Todynada al que su autor hace varias veces referencia y que también representa la dirección de la bitácora digital germen del libro y su protagonista, a quien los lectores deberán reconstruir también mediante apuntes de diarios, cartas personales, descripciones de compañeros y reflexiones no se sabe si del personaje o del propio autor, en un caleidoscópico juego narratológico al que también se suman las traducciones de los versos a lengua inglesa, en una suerte de gran mural bilingüe.

No se debe pasar por alto la profunda variedad existencial del libro. Cualquier detalle en sus páginas está impregnado de un intenso lirismo muy propio de José Elgarresta que implica emotividad unida al juego de ingenio, así como una musicalidad y resplandor implícito en todo lo existente. Las palabras parecen destilar los aromas especiados de países lejanos, de sus flores (y la lectura simbólica de las mismas), de tiempos que (parafraseando a Dickens) fueron mucho peores pero también mejores, ya que estaban cargados de una esperanza llena de prosperidad, cultura y libertad que ahora, en este mundo moderno sucio y gris, excesivamente rápido y finito, se antoja imposible.

Ese anhelo melancólico discurre como un manantial subterráneo representa el sueño compartido de autor y personaje, viviendo sus propias guerras e invitando a plantearnos cuál de todas supone mayor peligro: las externas contra filo e incultura, o las internas entre el hombre y su creador (Dios, Autor, Personaje) por el control de su destino.

En el plano físico el volumen está bien editado, papel amable al tacto, sin erratas, ilustrado, amplios márgenes y letra generosa agradecida a la vista. Cuenta con un prólogo muy completo a cargo de Victoria Díaz Corralejo. El diseño de la cubierta corre a cuenta de Luisa Navarrete. Debo añadir que todo el conjunto produce cierto aire de diario antiguo o libreta de apuntes, que aporta aún más si cabe a la experiencia de lectura.

En resumen, una obra total con lecturas muy variadas y a distintos niveles pero, aún así, muy accesible. Agradece repetidas visitas, en las que encontraremos nuevas referencias, emotivas escenas, interesantes reflexiones. Una pequeña joya en la que perderse pero que no debe perderse. Nos enseña, entre otras cosas, que «El arte de vivir consiste en no pedir a la vida más de lo que puede dar». ¿O sí?

Fernando López Guisado.

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