Revista de creación literaria en busca de creadores del mundo

domingo, 1 de septiembre de 2013

Cazador de mentiras, de Santiago Eximeno y David Jasso (Reseña nº 546)

David Jasso, Santiago Eximeno
Cazador de mentiras
Ediciones Jaguar, 2007

Cazador de mentiras es una novela que he tardado seis años en leer (no en terminar de leer, sino en comenzar a leer), y únicamente por un motivo: era tal la veneración hacia lo que intuía en su interior, que no me atreví a sumergirme en ella hasta saber que estaba preparado. (Por cierto, el libro lo compré en la distancia a Estudio en Escarlata, y me llegó firmado por los dos autores).

Y ya en la página veintidós supe que estaba ante una novela que merecía toda mi atención, cuando ese ser al que llaman Cazador de mentiras me trajo a la memoria a la Bestia, que en el siglo XVIII asoló la región de Gèvaudan, en Francia, como nos contó Christophe Gans en su película Le pacte des loups.

Claro que David y Santiago traen la acción a España, cerca de Madrid, a un pueblo llamado Certeza, como posiblemente no podía ser de otra forma al merodear por sus alrededores- desde hace más de treinta años-, tal vez en algo que llaman la grieta, el cazador de mentiras.

Y es ahora, cuando la enfermedad de una gata, las vacaciones de un joven matrimonio y una joven rumana que se escapa de un prostíbulo de carretera, van a motivar que los pájaros, oscuros cuervos de la mentira, vuelvan a volar en Certeza y, con ello, despierten el horror que allí vive y que el silencio y complicidad de los vencinos mantiene aún más vivo, para su propio terror.

Momentos de lectura de terror memorable, como la transformación de Crisan; la persecución de Miklos a Lavinia, la joven rumana escapada; el descenso de Luismi a la grieta... o el resultado final, la mentira de las mentiras, que atrapará al propio Cazador.

Santiago y David consiguen que la mentira sea algo pegajoso, como un gel viscoso que es imposible quitarte de la piel, y que desprende un hedor que atrae, inevitablemente, al cazador.

Por cierto, no sé si ha sido por la dualidad de los autores de la novela, pero uno de los personajes, el amigo de Luismi, Roberto, unas veces se llama así y otras Robert (algunas veces en dos páginas seguidas. En la 80, es Roberto; en la 81, es Robert).

Francisco Javier Illán Vivas

(Hace breves fechas "charlaba" en ¡¡Ábretelibro!! de la excelente obra de arte del terror que es La silla, de David Jasso).

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